A lo largo de sus 12 km de longitud, la afilada cresta de Bernia mantiene su rumbo constante perpendicular a la costa, interrumpida sólo por el Estret del Mascarat, hasta sumergirse en el Mediterráneo a través de los espectaculares acantilados marinos del Morro de Toix. Este conjunto ofrece un relieve abrupto y un paisaje geológico de una belleza imponente que bien merece su visita. A través de la ruta geológica que se inicia en la playa del Mascarat podrás conocer los valores geológicos de la zona, así como la importancia histórica del entorno y sus leyendas.
Geología del Mascarat y Toix
El relieve de la sierra de Bernia y del Mascarat se formó hace entre 10 y 20 millones de años cuando las fuerzas tectónicas generadas por el acercamiento de la placa africana provocaron plegamientos de la corteza terrestre que hicieron emerger estas sierras del fondo marino.
El plegamiento anticlinal de Bernia dispuso verticalmente los estratos de calizas y margas que componen el macizo de Toix (a), y posteriormente la aparición de una falla produjo el hundimiento del bloque de margas, generando un acantilado lineal de 1,5 km (b).
Destaca también la morfología esquinada de singular belleza que hay sobre la cala. Esta formatan curiosa se debe a la existencia de otra falla en dirección N-S que intercepta la falla de los acantilados (c); con la subida del nivel del mar, la erosión y los procesos kársticos modelaron los acantilados hasta su morfología actual (d).
Por otro lado, el Estret del Mascarat tiene su origen en la falla paralela a la de Toix; esta falla generó unas calizas muy vulnerables a los procesos kársticos al permitir la infiltración del agua a través de las fisuras, lo que facilitaba la disolución de la roca. Esto creó un entramado de simas, canales y galerías subterráneas en plena roca como si de un queso gruyere se tratara.
Finalmente, la enorme capacidad erosiva del agua cargada de materiales durante los episodios de lluvias torrenciales se encargó de excavar y encajar este imponente estrecho de 300 m de profundidad.
Patrimonio histórico y etnología del Mascarat y Toix
Durante muchos años, la tan bella como abrupta orografía del Mascarat ha cobrado un alto precio al desarrollo de las comunicaciones entre ambas comarcas situadas a ambos lados de la sierra. Hasta la construcción de los primeros puentes a finales del siglo XIX, la comunicación terrestre se realizaba por un tortuoso camino que cruzaba la sierra de Toix a través del collado de Calp o del Mascarat, un paso estratégico que ha servido cómo oteadero de musulmanes y cristianos para el control de la zona y que ha dado lugar a leyendas como la del bandolero Mascarat o “enmascarado”, de donde procede el topónimo Mascarat.
Unas pocas décadas atrás, cuando la economía familiar se basaba en la agricultura, la pesca constituía un importante complemento y la base de los acantilados eran lugar de pesca abundante. Así, agricultores y otra gentede escasos recursos se convertían en auténticos escaladores que descendían por sus paredes en busca de la valiosa pesca. Mediante la instalación de cuerdas y escaleras se descolgaban hasta pequeñas plataformas construidas a base de cañas que colgaba sobre el mar. Todavía se pueden observar en los acantilados de Toix algunos restos de este sistema de pesca tradicional conocido como “Les pesqueres de Cingle”.